Yucatán Maravilloso
La asombrosa Yucatán bien merece un viaje en exclusiva para conocerla, y es que sus joyas arqueológicas y naturales parece que nunca se acaban. Siempre encontraremos un motivo para volver, seducidos por el encanto de sus playas, por el olor y sabor de su suculenta gastronomía, por la majestuosidad de sus templos mayas o por su acogedor ambiente y hospitalidad, siempre dispuestos a recibir a un turismo que durante todo el año dispone de un clima cálido y unas temperaturas que invitan a vivir las vacaciones.
La región de Yucatán tiene en su territorio algunos de los lugares más visitados de México, imprescindibles a todas luces como Chichén Itzá, Mérida, la ruta de los cenotes, o los yacimientos arqueológicos de Dzibilchaltún, Mayapán, Ek Balam (El Jaguar Negro), Labná o Uxmal.
Esta tradición persistió al paso del tiempo. Con la introducción del azúcar y canela por parte de los españoles se fueron añadiendo técnicas, ingredientes y recetas que siguen deleitando a yucatecos y visitantes. La producción pasó de prepararse a la leña a realizarse en hornos. Una mezcla de sabores españoles, mayas y franceses se combinó para reflejar la riqueza de la cultura mexicana.
Cuando se come en Yucatán, hay un momento muy importante que requiere elegir con la vista y, por supuesto, con el estómago: el postre. Ya sea un dulce de papaya, un plato de nance en almíbar, una cocada o alguna pepita de calabaza, siempre hay opciones para deleitar todos los gustos y paladares.
La tradición de acompañar las comidas con un postre proviene desde la época de los mayas. Aprovechaban parte de la cosecha de la milpa, como el camote y la calabaza o frutos de la temporada como la papaya, la ciruela, el zapote y el cocoyol para prepararlos como dulces a los que añadían miel de abeja. Esto sucedía en fechas especiales, para alguna celebración de la comunidad o de la familia y hasta hoy lo podemos ver, por ejemplo para día de muertos. (Hanal Pixal).
Esta tradición persistió al paso del tiempo. Con la introducción del azúcar y canela por parte de los españoles se fueron añadiendo técnicas, ingredientes y recetas que siguen deleitando a yucatecos y visitantes. La producción pasó de prepararse a la leña a realizarse en hornos. Una mezcla de sabores españoles, mayas y franceses se combinó para reflejar la riqueza de la cultura mexicana.
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